De cómo Kirchner espió a su hija
En el libro Sexo, política y plata sucia, revela que el ex
presidente hizo vigilar a Florencia con la ex SIDE
En el libro Sexo, política y plata sucia, su autor Franco
Lindner revela que el ex presidente hizo vigilar a Florencia con la ex SIDE
-Pobre «Flor»... ¿Sabías que Kirchner la hizo seguir?
El personaje que lanzó la frase apareció por primera vez a
mediados del 2010, cuando Néstor Kirchner aún vivía. Por entonces era un
relativamente joven abogado que se había ganado la confianza de la hija del ex
presidente y trabajaba para el Gobierno, aunque no en un solo lugar: en los
papeles se desempeñaba como funcionario del Ministerio de Planificación de
Julio De Vido y asesoraba a su esposa, Alessandra «Lali» Minnicelli. Pero en
los hechos, que son lo único importante, estaba a las órdenes de la Secretaría
de Inteligencia, más específicamente de uno de sus jefes, Fernando Pocino.Ni
siquiera lo ocultaba, y hasta se pavoneaba con ese doble rol de funcionario y
espía.
-La SIDE es terrible -decía divertido, como si no formara
parte de ella.Sus iniciales son FB y lo conocí en la redacción de la revista
Noticias, adonde él llegó para dar información de primera mano sobre la hija de
la Presidenta y del ex presidente. Quería entablar una relación con los
periodistas de la revista. Decía que conocía a Florencia, que era su amiga, y
de inmediato se encargó de comprobarlo.-¿Me prestan una computadora? -pidió, y
abrió su cuenta de Facebook.Allí, en su lista de contactos, estaba ella,
Florencia Kirchner, «Flor», o «Helena Baudelaire», su identidad en las redes
sociales.-Estos son algunos mensajes que nos mandamos por Facebook -siguió
mostrando el joven colaborador de la SIDE.En ellos, Florencia lo trataba con
familiaridad, no como a un desconocido. Le agradecía, por ejemplo, que le
hubiera escrito para su cumpleaños. Y prometía un encuentro a su regreso de
Nueva York, donde por esos meses ella estaba estudiando cine.-¿Entonces la
conocés bien? -le pregunté. -Es mi amiga, claro -dijo el personaje.
-¿Salieron?-Una vez. La invité a almorzar por Olivos, cerca de la Quinta. Pero
cada tanto nos cruzamos.-¿No pasó de eso?El joven de la SIDE se sonrió:-No,
nada... Pero es una linda mina, a mí me gusta.Y fue entonces cuando dijo la
frase:-Pobre «Flor»... ¿Sabías que Kirchner la hizo seguir?
El personaje lo sabía porque trabajaba para la SIDE. Y tenía
detalles. Los aportó con la condición elemental de que su nombre no fuera
mencionado. Decía que el espionaje del ex presidente contra su hija lo había
soliviantado. Estaba dispuesto a ayudar a los espías del Gobierno en otras cuestiones,
pero aquello le parecía francamente excesivo.-Me lo confirmó mi jefe -dijo el
joven, en referencia al agente Pocino, el director del área de Reunión Interior
de la SIDE.Otros dos allegados a la Inteligencia kirchnerista luego también
confirmaron el dato y uno de ellos intentó justificarlo:-A la chica se la
siguió por una cuestión de seguridad, nada del otro mundo.
El espionaje contra la joven Kirchner ya llevaba algún
tiempo, explicaron las fuentes. Había arrancado en el 2009, cuando ella andaba
por los 18 años. Y era una tarea completa: le habían intervenido su celular y
hackeado su computadora. Porque había peligros y situaciones que a su padre le
preocupaban, y que los custodios que debían seguirla en todas sus salidas no
llegaban a controlar. En ocasiones podían ser hasta seis hombres, todos
armados, y debían cerciorarse de que si algún galancito se acercaba a la joven
rebelde, entre tragos y música ensordecedora, nada se saliera de control. Pero
ella detestaba a sus custodios y se divertía jugando a las escondidas con
ellos. Kirchner lo sabía: era algo que Florencia había heredado de él.
Para el ex presidente, un controlador obsesivo, su hija aún
no estaba preparada para los excesos comunes de la adolescencia. Ni para que
completos desconocidos intentaran propasarse con ella. Había leído en la prensa
sobre un intenso intercambio de miradas y palabras entre Florencia y un joven
periodista del diario Perfil, un medio que claramente no era de su agrado.
Ocurrió en una discoteca de Río Gallegos, de donde el periodista era oriundo.
Kirchner no pudo menos que interrogar a su hija, sin resultado. No quería que
ella creciera tan rápido. Era apenas una adolescente, una niña hasta ayer, y
debía mantenerse pura. Además, se preocupaba cuando la veía volver de los
boliches por la mañana, mareada por los daikiris y el vodka con bebida
energizante, ojerosa y con aliento a cigarrillo. Y no quería imaginar qué había
ocurrido en las horas previas. Los custodios le parecían demasiado parcos en
sus informes.-Estuvo tomando -se limitaban a decir.¿Pero quién no lo hacía a
esa edad y en bolichescomo Pacha, Ku, Rumi, Mint, Follia o Ryu? Florencia, la
adolescente con los dos padres presidentes, solo quería divertirse.
A Kirchner le importaban los detalles: con quiénes hablaba,
de qué se trataban las charlas, qué amigos y propuestas tenía en las redes
sociales o quién era el que le ofrecía qué pastillas en cuál discoteca. Debía
saberlo todo, y sin que se enterara su hija. Debía saber para poder
prevenir.Hubo un hecho puntual que disparó la súbita curiosidad del ex
presidente. En enero del 2009, la joven fue a veranear con amigas a la
residencia oficial de Chapadmalal, en la costa atlántica, mientras sus padres
se quedaron en Buenos Aires. El 16 de ese mes salieron a bailar a Sobremonte,
un conocido boliche de Mar del Plata. Pero allí había un fotógrafo. Y las
imágenes que horas después publicó el diario Perfil paralizaron a Kirchner y la
Presidenta: Florencia sumergida en una pileta del lugar, la ropa empapada de
agua y espuma, un joven bailando con ella, la mirada perdida, los custodios
ayudándola a salir y sujetándola uno de cada brazo, casi sacándola a la rastra
porque ya no podía consigo mismo después de una madrugada descontrolada y
regada de alcohol. Algunos testigos incluso señalaban que Florencia llegó a
estar inconsciente por unos minutos. Las fotos no solo impactaron a Kirchner,
sino que lo empujaron a tomar medidas. Fue por esas horas que instruyó a los
espías de la SIDE para que siguieran los pasos de su hija, según le confió el
agente Pocino al colaborador que habló para este capítulo. A partir de ese
momento, todo lo que Florencia hablara por su BlackBerry o escribiera en su
laptop ya no sería solo asunto suyo. La SIDE se enteraría, y se lo contaría a
papá. Era la pesadilla de cualquier adolescente.
La Presidenta también estaba algo escandalizada con las
imágenes de su hija mareada en una piscina. Le prohibió que volviera a salir
por el resto de las vacaciones y adoctrinó a los custodios. Florencia quiso
desobedecer la orden para ir al cumpleaños de una amiga en Villa Gesell, pero
no pudo: sus guardaespaldas la mantuvieron prisionera en la residencia oficial
de Chapadmalal. Sabían que de eso dependía su trabajo.Cristina hizo algo más
por esos días. Aunque parezca increíble, retó a su hija por cadena
nacional.-También soy la que reta a Florencia cuando hace cosas que no tiene
que hacer -explicó para la audiencia de todo el país, con tono agrio-. Porque
siempre las brujas somos nosotras, estamos condenadas por el sexo y la
historia...
Kirchner, se quejaba la Presidenta, era más permisivo con su
hija. Y entonces era la madre la que tenía que ponerle los límites.Pero
mientras analizaba estos pormenores y seguía con su terapia por cadena
nacional, lo que ignoraba Cristina es que ya su marido había tomado cartas en
el asunto: podía no retar a su hija, pero la había mandado a espiar.-¿No le
avisaste a ella que tenía el teléfono y la computadora pinchados? -le pregunté
al colaborador de la SIDE que se decía su amigo.Se encogió de hombros:-¿Cómo
hago para decirle algo así? Lo primero que me preguntaría es cómo lo sé...El
joven no le había dicho a ella que trabajaba con los espías del Gobierno. Usar
a los servicios de inteligencia para vigilar a opositores, empresarios,
periodistas o hasta aliados y funcionarios propios es una práctica corrupta,
pero bien conocida en la política. Aunque hasta ahora nunca se había sabido de
un presidente que espiara ya no a sus adversarios, sino a su propia hija. ¿Ni
siquiera ella tenía derecho a una vida privada?
Lo que contaba el colaborador de la SIDE era un escándalo:
afirmaba que Kirchner había usado fondos y recursos del Estado para satisfacer
su curiosidad de padre celoso. En los últimos años, los expedientes que
investigaron el espionaje ilegal del Gobierno no pudieron prosperar por la
incompetencia y el temor de los jueces. Y eso que había pruebas de sobra. Un
solo ejemplo. Ariel Garbarz, un ingeniero experto en pinchaduras que colaboró
con la SIDE en tiempos de Fernando de la Rúa y volvió a frecuentar a esos
agentes en los inicios del gobierno kirchnerista, reveló en febrero del 2007
que había 48.000 líneas telefónicas intervenidas en el país y que los espías
usaban equipos DVCRAU (Data Voice Call Recording and Acquisition Units)
instalados en distintos puntos de la ciudad de Buenos Aires, donde vive la
mayoría de los blancos. Lo dijo en un reportaje y declaró lo mismo ante la
Justicia, pero ningún magistrado se animó a avanzar. En su calidad de
investigador de la UBA, el ingeniero había realizado peritajes que comprobaban
sus denuncias. -¿Se comprobó que detrás de esto está la SIDE? -le pregunté en
esa nota.-Sí -dijo Garbarz-. En el 2006 hicimos un peritaje con mi equipo de la
UBA en la Legislatura porteña. Revisamos varios despachos y comprobamos que la
central telefónica del edificio estaba pinchada, o sea que podían escuchar
todos los internos. Y lo relacionamos con la Secretaría de Inteligencia porque
el equipo DVCRAU que hacía esas pinchaduras estaba conectado con el cable de
fibra óptica que sale de la sede de la SIDE en Avenida de los Incas, en
Belgrano. Ahí funciona la Oficina de Observaciones Judiciales, la OJOTA, que es
la encargada de intervenir los teléfonos.Florencia Kirchner, que ama el cine y
todas las expresiones artísticas, jamás debe haber escuchado hablar de un
DVCRAU.
Volviendo a ella, ¿en qué momento de su vida estaba cuando
comenzó el espionaje? Lo cierto es que venía de quedar libre en el último año
del secundario en el colegio La Salle de Florida. Debía todas las materias de
esa temporada, doce, más dos del año anterior. Y no tenía ganas de estudiar.
Había quedado libre por sus reiterados faltazos, y le echaba la culpa de todo
al conflicto entre el Gobierno y el campo, es decir, a la tozudez de sus
padres. El malhumor social de esos meses le impedía salir de Olivos sin sufrir
las consecuencias: algún grito, un comentario fuera de lugar, o simplemente la
forma hostil en que la miraban en la calle. Ni siquiera sus compañeros del La
Salle parecían diferenciar entre ella y sus padres presidentes, ahora
arrastrados hacia el fondo de las encuestas de imagen por la alocada guerra con
el agro. Florencia sentía que nadie la quería y que los responsables eran
Cristina y Néstor.En ese punto crucial estaba cuando se fue de vacaciones a
Chapadmalal y amaneció bañada en la espuma de una pileta marplatense, casi
inconsciente.
Había actitudes y gustos de la joven que a Kirchner ya lo
preocupaban por entonces. Por ejemplo, las fotos que subía a su cuenta de
Facebook, donde se la veía abrazada a potenciales «amigovios» de los cuales su
padre no sabía nada, copa o botella en mano y siempre fumando. O su afición a
la cumbia villera y a bandas casi marginales como Agrupación Marilyn, cuyo hit
«Su Florcita», el preferido de ella, hablaba de una chica de 12 años con su
mismo nombre a la que habían encontrado muerta y golpeada en un descampado.
Además, algunas amistades de Florencia, como la ascendente actriz Calu Rivero,
por esos días novia del rockero Emmanuel Hourvilleur, hacían dudar al ex presidente,
que se preguntaba qué tipo de sustancias consumiría ese perfil de amigas en los
boliches en que coincidían.
¿De dónde se conocían? La bella Calu aclaró en un reportaje
de enero del 2010: «Somos conocidas con buena onda. Me la presentaron dos
conocidos en común, nuestro vínculo es muy relajado. En una época nos
cruzábamos cuando íbamos a bailar, ahora chateamos de vez en cuando. Me gustó
de Florencia que, con 18 años y la obligación de la custodia presidencial, no
tuviera líos para salir y divertirse con sus amigos. Es cero estrella».
Pero a Kirchner no le alcanzaban esas vaguedades. Necesitaba
saber todo sobre las compañías de su hija.Por esos días Florencia borró a
algunos contactos de su cuenta de Facebook, entre ellos a una profesora del La
Salle. Fue luego de que trascendiera en la revista Noticias que se había
llevado todas las materias del último año. ¿Sospechaba que la profesora era la
que había divulgado el dato? De hecho, lo era.Esto dijo la profesora cuando se
la volvió a consultar por su ex alumna: -Florencia terminó de dar todas las
materias en mayo del 2009. La que me debía a mí la tuvo que dar dos veces, en
la primera le fue mal, pero después estudió. -¿Y qué más sabe de ella?-Después
del examen le pregunté por sus planes y me comentó que ese año no iba a
estudiar nada. Me dijo que aún tenía que decidirse entre diseño o dirección de
cine.-¿Fue la última vez que hablaron?-Supe de ella por Facebook, poco después,
porque hizo un comentario de una foto que subí -siguió la profesora-. Pero ahora,
misteriosamente, no aparece más entre mis contactos. Ni entre los de sus amigas
del colegio... La vigilancia cibernética a la que era sometida la joven
Kirchner ya parecía dar sus primeros resultados. ¿La propia Florencia borró de
su lista de contactos a los posibles delatores de su desastrosa performance
escolar? ¿O alguien más lo hizo por ella?
La relación de Florencia con la computadora siempre fue un
dolor de cabeza para sus padres, desde los tiempos en que ella subía a su
primigenio fotolog las imágenes de la intimidad de la Quinta de Olivos, que
podían poner en riesgo la seguridad de la familia presidencial al revelar
detalles de su vida en la residencia: sus rutinas, sus invitados, la identidad
de los empleados, etcétera. La obligaron a cerrar el fotolog, pero enseguida
contraatacó con su cuenta de Facebook, aunque a ella solo pueden acceder sus
contactos. Cristina, furiosa, contó en público que llegó al extremo de cortarle
la conexión de internet. Pero su hija no se rendía. Era una voyeur del poder,
una ventana indiscreta al universo de los Kirchner.
(...)
Poco antes de morir, Kirchner la vio por última vez en Nueva
York, donde ella había empezado a estudiar cine en el 2010. Fue en una gira
presidencial junto a Cristina, le explicó que su salud estaba empeorando,
conoció su room de la New York Film Academy y pasó con ella todo el tiempo que
pudo. Antes de volver, pensó en raptarla. -Yo me la llevo -le dijo a Cristina.
-No podés hacer eso, es muy egoísta.El padre controlador le dio la razón por
una vez:-Puede ser... Pero tengo unas ganas de llevármela. La despedida fue en
septiembre del 2010. Kirchner murió de un paro cardiorrespiratorio un mes más
tarde, en su casa de El Calafate, lejos de su hija. Entonces sí, Florencia dejó
Nueva York y regresó a la Quinta de Olivos. Su madre la necesitaba para superar
el dolor.
La SIDE, cabe suponer, dejó de interesarse en ella desde ese
momento. Sin Kirchner, los informes de los agentes ya no tenían destinatario. Y
por primera vez, ya libre, Florencia tuvo un novio formal: Camilo Vaca Narvaja,
un joven integrante de La Cámpora e hijo de uno de los fundadores de la
organización Montoneros, Fernando Vaca Narvaja. Hasta entonces ella solo había
tenido relaciones fugaces, como el también camporista Santiago Reboredo y un
amigo de Facundo De Vido, el hijo del ministro, llamado Lucas.
(...)
En cuanto al colaborador de la SIDE que habló en este
capítulo, tiempo después volvió a llamar. Tenía entre manos otra bomba: una ex
secretaria de Kirchner a la que la Presidenta acababa de echar del Gobierno sin
darle explicaciones. Alguien le había informado a ella de la relación especial
entre su difunto marido y la ex secretaria. El colaborador de la SIDE conocía a
la mujer.-Se llama Miriam Quiroga -dijo-. Está muy enojada porque la echaron
como a un perro. ¿Les interesa?Quiroga llegó a la tapa de la revista Noticias y
resumió su relación con el ex presidente con esta frase ambigua: «Es vox populi
que yo era la amante de Kirchner». Años después habló con Jorge Lanata y dijo
que vio bolsos llenos de plata negra en la Casa Rosada. Pero ante la Justicia
luego lo negó.¿Por qué el colaborador de la SIDE «entregó» a Miriam Quiroga a
la prensa? Sigue siendo un misterio. Tal vez no calibró bien las repercusiones
que tendría la historia, y a último momento además intentó que no se publicara.
Pero era tarde. Hoy trabaja para el Frente Renovador de Sergio Massa, el nuevo
rival de Cristina. Pero es probable que su verdadero referente siga siendo el
de siempre, el agente Pocino. Massa no lo sabe.