En los últimos años, cada vez que tenemos un domingo de
elecciones, sobrevuela el debate sobre el voto electrónico y no son pocos los
que piden a viva voz su urgente implementación. Cada vez que una mesa se
demora, o que tarda un rato el conteo, aparece la propuesta de usar voto
electrónico como solución a todos los problemas del acto electoral. Todos estos
discursos se montan sobre estrategias de marketing que profundizan muy poco en
las implicancias de semejante cambio en el sistema electoral. Holanda dejó de
usarlo en 2008, Alemania lo declaró inconstitucional en 2009 y en Brasil, el
secreto de las urnas fue vulnerado por expertos en seguridad informática. La
integridad y el secreto del voto entran en riesgo con estos sistemas que,
además, alejan a la ciudadanía de la capacidad de auditar el acto fundamental
del sistema democrático.
Desde hace varios años, en Fundación Vía Libre decidimos
trabajar activamente en una campaña que advierta a la ciudadanía sobre los
riesgos de esta ilusión (bajar libro en .pdf). Existen numerosas razones para
oponerse a la implementación del voto electrónico, entre ellas podemos
destacar:
Dificulta la participación ciudadana: en cada acto
electoral, los ciudadanos estamos comprometidos a ejercer nuestro derecho a
emitir el sufragio, pero también tenemos el derecho a controlar y auditar el
acto electoral. Este derecho de auditoría es el primero que perderemos a la
hora de incluir urnas electrónicas en la emisión del voto, ya que sólo expertos
en electrónica e informática estarían capacitados para hacer este tipo de
control, que implica un nivel de complejidad muy alto.
sta es una de las razones que dieron fundamento al Fallo del
Supremo Tribunal Constitucional de Alemania que en 2009 , en una resolución
ejemplar, declaró inconstitucional y prohibió el uso de urnas electrónicas en
ese país. El Constitucional Alemán indicó que las elecciones son un acto
público y que por tanto, deben ser comprendidas por cualquier ciudadano
independientemente de su formación. Implementar voto electrónico sería dejar
que la democracia salga de manos de los ciudadanos y quede bajo el control de
una élite.
Pone en riesgo el secreto del sufragio: los sistemas
electrónicos incorporan al acto electoral algunas características que lo hacen
más vulnerable a la violación del secreto. De hecho, en Brasil, país que muchas
veces es tomado como ejemplo de uso de estos sistemas, el secreto del voto fue
vulnerado de forma rápida, sencilla y económica por un equipo de investigadores
que logró identificar el sufragio de un votante mientras se usaba una urna
electrónica.
La posibilidad de vulnerar el secreto del voto es, además,
la razón fundamental por la cual Holanda dejó de usar urnas electrónicas y
volvió a votar en papel a partir del 2008. Lo cierto es que cada vez que se
promueve el voto electrónico, se argumenta que ayudará a terminar con técnicas
clientelares como el voto en cadena. Si bien es cierto que el sistema puede
impedir algunas de estas artimañas, la base del clientelismo político es la
posibilidad de identificar voto y votante, problema que el voto electrónico no
soluciona sino que además, empeora.
Pone en riesgo la integridad del voto: otro de los aspectos
centrales del uso de sistemas informáticos para emitir votos es a
desmaterialización del sufragio, tal como ocurre en Brasil, donde la emisión
electrónica impide el recuento de votos y obliga a confiar de manera ciega en
las tecnologías implementadas y en los encargados de la implementación.
Privatiza el acto fundante de la democracia: las
implementaciones de voto electrónico disponibles en el mercado son,
esencialmente, soluciones propuestas por el sector privado. Es decir, la
implementación del acto electoral será tercerizada en manos de alguna empresa,
lo que constituye un traslado del acto público esencial de la democracia a
manos de una empresa. Son varios los problemas emergentes de un proceso de esta
naturaleza. El primero es que la ciudadanía no tiene ninguna capacidad de
control ni tiene por qué depositar su confianza en nadie: ni en los partidos,
ni en el tribunal electoral, ni en las empresas. En los EEUU, donde desde hace
muchos años se viene cuestionando el proceso de votación electrónica, se sabe
que al menos dos de las tres más grandes empresas proveedoras de urnas tienen
vínculos directos con el Partido Republicano, incluyendo en algunos casos la
participación accionaria por parte de políticos de alto nivel.
En otros casos, tal como el que ocurrió en Salta, la empresa
proveedora de las urnas cuenta con una patente sobre el sistema electoral
utilizado , por lo que el sistema no sólo es privado, sino que además la
patente vigente hasta el 2024 le otorga a la misma el monopolio sobre su
implementación. Este aspecto no es menor, sobre todo cuando en los EEUU, donde
el voto electrónico se usa de manera amplia, muchas empresas proveedoras de
urnas argumentaron violación de propiedad intelectual cuando investigadores
independientes pretendieron auditar los sistemas usados en elecciones
vinculantes.
Son muchas las razones para oponerse a la implementación de
voto electrónico. La fe ciega en los avances de la modernidad nos hace olvidar
que las computadoras son equipamientos programados por humanos, diseñados para
procesar información, para copiarla y manipularla con extrema facilidad. No
existe sistema de voto electrónico capaz de asegurar la integridad, secreto y
transparencia del acto electoral, no existe en teoría y tampoco en la práctica.
Cuando hablamos de votaciones, el apuro, la rapidez y la
supuesta modernidad no pueden ocultar los factores más importantes del proceso:
la participación ciudadana, la integridad y el secreto del sufragio como
elementos esenciales de todo acto electoral.
No hay comentarios:
Publicar un comentario