El PJ cruje tras la ruptura del bloque
Kirchneristas, peronistas moderados, rupturistas y massistas
aceleraron los movimientos para posicionarse en el nuevo escenario; la disputa
por el liderazgo partidario divide posiciones
Ni dos meses se tomó el peronismo en el llano, destino al
que no se acostumbra, para quebrar alianzas internas, apurar la pulseada y
mover las fichas en el nuevo tablero político. Sin líderes y con varias tribus
en pugna, tanto chispazo se produce con la aplastante ausencia de Cristina
Kirchner, la "jefa" del proyecto que gobernó los últimos doce años.
"Sería muy bueno que vuelva", sugirió, con tono de rezo, uno de los
intendentes bonaerenses K que se juntaron el jueves al mediodía con Máximo
Kirchner. Él escuchaba y se reía con ganas cuando la proponían como carta
ganadora para presidir el partido. No ocurrirá. El asado en el club La
Maltería, en Berazategui, pago de los Mussi, terminó con una promesa para los
comensales: el diputado y líder de La Cámpora quedó en darles periodicidad a
las reuniones y bajar una línea orgánica de trabajo.
Más allá del desconcierto y las diferencias al interior de
la tropa, el kirchnerismo sigue siendo el sector con identificación discursiva
más clara y pretende erigirse como una oposición dura a Mauricio Macri. Aunque,
como contrapartida, sufre la diáspora de peronistas que buscan dar vuelta la
página y sueñan con dejar al FPV convertido en una expresión minoritaria.
La sangría comenzó justo por el enclave que la ex presidenta
diseñó como base de la resistencia fuera del poder: el bastión parlamentario.
Primero se dio en la Legislatura bona- erense, donde se partió formalmente el
bloque de senadores (8 reportan al cristinismo y 9 al peronismo clásico) y los
diputados están en peligro de fractura. De hecho, votaron divididos el
presupuesto a María Eugenia Vidal.
En el plano nacional, el quiebre de la bancada de diputados
fue concebido en el PJ que hilvanan gobernadores y jefes territoriales del
interior como el puntapié inicial para marcar el camino. En el Senado, Miguel
Pichetto, exponente de ese grupo, se consolidó como capitán de un bloque que le
responde en su mayoría. Sólo una decena de 42 es hoy incondicional a Cristina.
Por su papel legislativo y su red de vínculos, el senador
rionegrino es una pieza activa de la liga de gobernadores en gestación. Esta
semana los mandatarios quedaron circunstancialmente separados en la estrategia
parlamentaria: cinco jugaron a fondo para apoyar la deserción de los diputados
rebeldes, mientras que otros preferían postergar el operativo.
Eduardo Fellner, ex gobernador de Jujuy y presidente del
partido, trazó en la reunión del Consejo Nacional, cuando volaban acusaciones
cruzadas, un objetivo para ordenarse y adquirir volumen en la negociación con
el Gobierno. "En el 2000 nosotros le llamábamos liga, no sé si el término
está pasado de moda, pónganle como quieran, pero debemos tener un frente
federal de gobernadores", insistió.
Son trece los caciques que participaron en los primeros
encuentros en el Consejo Federal de Inversiones (CFI), con eje en la gestión y
la interlocución con Macri. Entre ellos, hay "moderados" y
"rupturistas", como el salteño Juan Manuel Urtubey, al que le
adjudican demasiada cercanía al Presidente. Y sola está Alicia Kirchner,
separada por un abismo del resto, pero aún en el grupo. Los que repiten el
libreto de la unidad cuentan entre sus inspiradores a José Luis Gioja, diputado
y ex gobernador de San Juan. Son los que ponen el pie en el freno y quieren
sostener ahora la convivencia con el kirchnerismo. Tienen en la mira el
derrotero de partido, que convocó a elecciones para el 8 de mayo, cuando vencen
los mandatos partidarios.
La amenaza de una intervención judicial es real ya que la
última renovación -que se hizo a través del congreso y no por el voto directo
de los afiliados- fue objetada y no hay margen para insistir en el método. Casi
nadie quiere embarcarse en una competencia que pueda derivar en escándalo y la
figura que aparece como garante de la paz para todas las vertientes es Gioja.
En la liga falta una butaca importante: la provincia de
Buenos Aires. Ahí, el rearmado territorial quedó en manos de los intendentes y
el jugador con camiseta peronista más importante en la cancha es Sergio Massa,
que construye su sendero por fuera del PJ. Eso no quiere decir que no aspire a
futuro a pactar con peronistas, después de que diriman cuentas con el
cristinismo.
Los jefes comunales del PJ también están divididos en al
menos tres grupos. Uno: los que se embanderan con Martín Insaurralde (Lomas de
Zamora) y Gabriel Katopodis (San Martín), como caras visibles de un peronismo
dialoguista y anclado en el conurbano. Dos: el ala K, integrada, entre otros,
por Los Oktubres, una agrupación que nació apadrinada por Julio De Vido. Tres:
los "históricos", como Julio Pereyra, que se recuestan en la Federación
Argentina de Municipios (FAM). El tigrense cuenta con diez intendentes propios,
pero su poder de fuego está en la Legislatura, donde acordó con Vidal. Macri
apuesta a un peronismo desintegrado, sin ninguna cabeza que se destaque. Por
eso sube a Massa y, en simultáneo, a Urtubey. Para completar, quiere un
kirchnerismo herido pero vivo, que le sirve para polarizar.
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