El gobernador jujeño rechaza que se trate de una presa
política y asegura que el acampe de la Tupac Amaru constituyó un "intento
de golpe institucional"; la cooptación de la estructura de cooperativas de
la agrupación
SAN SALVADOR DE JUJUY.- "Acá me quisieron voltear. Lo
que fracasó fue un intento de golpe institucional. Hubo sedición. Estos 50 días
[de acampe] fueron para derrocar al gobierno. Querían voltear al gobierno y
mantener sus negocios", dice el gobernador Gerardo Morales, antes de
terminar de acomodarse en uno de los sillones del salón José María Fascio,
contiguo a su despacho, donde recibió a LA NACIÓN. Y remata: "Yo no voy a
parar. Voy a fondo con esto".
"Esto" es su disputa contra la líder de la Tupac
Amaru, Milagro Sala. Si podía esperarse un tono más relajado del mandatario
radical, a sabiendas de que el acampe frente a la Casa de Gobierno concluyó el
pasado martes, luego de 51 días, y que la diputada del Parlasur está detenida
desde el 16 de enero, primero por instigación al delito y tumulto y luego por
asociación ilícita, fraude y extorsión, la primera frase de Morales derrumba
esa posibilidad.
También rechaza los pronunciamientos de dirigentes sociales,
políticos y religiosos que consideran a Sala una "presa política" y
que buscan la intermediación de la Casa Rosada y hasta del Vaticano para lograr
su liberación.
Desconcierto
Esa determinación es lo que aún descoloca a los aliados de
Sala, que imaginaban que las denuncias que Morales lanzó en la última campaña
contra la Tupac Amaru eran parte de una estrategia electoral y no la
confirmación de una declaración de guerra.
Algunos dirigentes reconocen hoy que esperaban entablar una
relación de igual a igual con el radical, como lo habían logrado con los
gobernadores peronistas anteriores, gracias a la protección del kirchnerismo
nacional.
Claro que no hablan de "determinación" -en rigor,
desde hace días no se pronuncian públicamente- sino de persecución y
ensañamiento de parte de Morales. Y señalan como parte de ese plan la
ampliación de la Corte Suprema provincial, una de las primeras leyes que
impulsó el nuevo gobernador, que sumó a cuatro miembros a ese cuerpo de cinco
jueces, todos directa o indirectamente vinculados al radicalismo.
Mientras mantiene el puño cerrado ante Sala, Morales viene
tendiendo puentes hacia las cooperativas que responden o respondía a la
diputada del Parlasur. Incluso consiguió que varias denunciaran a Sala ante la
Justicia. "Hoy estamos atendiendo a todas las cooperativas, incluso de la
Tupac. Vamos a hacer un convenio con el subsistema de salud que armaron.
También con las cooperativas textiles", dice el gobernador.
Morales ya consiguió empadronar en el programa de
regularización y transparencia, lanzado en diciembre, 650 cooperativas. Cada
una de ellas tiene alrededor de 16 miembros cada una. "Esas cooperativas
podrán seguir siendo de la Tupac, llamarse como quieran, queremos que sigan
trabajando", continúa Morales. Ya no hace falta, pero por las dudas
aclara, de forma taxativa: "Pero con Milagro Sala no me voy a sentar a
dialogar".
El gobernador jujeño, duro con la dirigente
Gerardo Morales
Gobernador de Jujuy
"Milagro es la jefa de una asociación ilícita, de una
organización social que luego mutó en una organización mafiosa"
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