El esquema de Cristina Kirchner puso en jaque las cuentas
del Estado y colocó la inflación en otro récord histórico
"La heladera está vacía y no quedó ni el agua de las
cubeteras." Así de explícito es un economista de muy buena llegada al
oficialismo cuando se le pregunta por la realidad del Banco Central, tal vez la
imagen más clara de la herencia económica.
"Está virtualmente quebrado y con un nivel de reservas
internacionales netas (excluyendo el swap con China y pagos retenidos de deuda)
un 73% menor que hace ocho años. Es el nivel más bajo desde 2002", resumen
los economistas de la consultora ACM en su paper "La herencia
maldita". En números absolutos, hay US$ 32.505 millones menos que en 2007.
La administración de Cristina Kirchner dejó de lado las
máximas que solía tener en sus inicios Néstor Kirchner para manejar la macro
local. Para él, la meta de superávits gemelos (es decir, mayor saldo exportador
que importador y mayor recaudación que gasto) y un seguimiento personalizado
del nivel de las reservas del Central se convirtieron en el abecé de la
estrategia económica. A tal punto que tenía un anotador en el que verificaba el
minuto a minuto. Todo eso se perdió.
Las tasas chinas de crecimiento retrocedieron hasta un 0,9%
de alza del producto bruto interno este año, según el promedio de las 22
principales consultoras que operan en el país. La actividad manufacturera se
terminó de estancar también en 2011.
La Unión Industrial Argentina, en su plan de largo plazo,
plantea tres etapas casi equivalentes a períodos presidenciales: 2003 a 2007,
que definen como de recuperación y empleo; 2008 a 2011, cuando la crisis
internacional produjo una caída y posterior mejora local, y de 2012 a la
actualidad, que se pasó de la sintonía fina al estancamiento productivo. En el
campo -protagonista de la primera gran pelea de Cristina Kirchner- también se
perdieron 95.343 productores, según un informe del Instituto de Estudios
Económicos y Negociaciones Internacionales de la Sociedad Rural Argentina, y la
tendencia lejos está de revertirse.
La inflación promedió un 25,5% en los últimos ocho años, la
tercera a nivel mundial, que se convirtió en la madre de las batallas perdidas
durante la década. Muy lejos de cuando a Néstor Kirchner lo asustaba el dígito
que se anticipaba en su gestión y sin mediciones oficiales confiables a partir
de la intervención del Indec.
La estrategia de intervenciones discrecionales de Guillermo
Moreno en una primera etapa y la más automatizada gestión de Augusto Costa en
los tiempos de Axel Kicillof no alcanzaron para escapar al pequeño grupo del 1%
de las economías globales que aún tienen problemas para solucionar los
incrementos de precios.
La sucesiva creación de cepos llevó a que el mandato de
Cristina Kirchner terminara con el sitio web de la AFIP completamente "sobrecargado"
por los pedidos de compras de dólares de la clase media, los viajes al exterior
subsidiados y sin moneda estadounidense para abastecer la demanda de las
empresas.
A tal punto que hay un tipo de cambio oficial que actúa como
ancla inflacionaria y que se fue apreciando respecto de otros países de la
región que devaluaron su moneda. La brecha entre el oficial y el paralelo llevó
también a crear el puré argentino. Es decir, obtener una diferencia económica
entre comprar verdes a la cotización del Central y vender con la de la calle.
Las sucesivas trabas a las importaciones acumularon deudas
por US$ 8500 millones de empresas que no pueden pagar a sus matrices insumos e
incluso varias de las principales aerolíneas prefieren no vender pasajes en la
Argentina para no quedar acorraladas en pesos. La inversión extranjera directa
tuvo un retroceso constante que se vio atenuado por la imposición de reinvertir
utilidades.
Acciones de la Anses
Las AFJP se convirtieron en acciones para la Anses; el Banco
Central dejó de ser el guardián de las reservas, y varias compañías cambiaron
de camiseta accionaria. De privados a sociedades del Estado como YPF y
Aerolíneas Argentinas que el nuevo gobierno promete mantener bajo la misma
figura, pero con más eficiencia.
La energía, en tanto, pasó del autoabastecimiento a un
déficit de unos US$ 4900 millones, y el superávit fiscal se convirtió en un
resultado negativo con una presión tributaria sin precedente. El capítulo aún
abierto con los fondos buitres lleva a que las tasas que se pagan en el
exterior sean hasta cinco veces más caras que las que pagan los países vecinos.
La Asignación Universal por Hijo se sumó a las políticas locales bendecidas por
propios y ajenos y se incorporaron planes de 12 cuotas como incentivo para
consumir en un contexto de alta inflación.
La pobreza, en tanto, dejó de medirse en forma pública, y
desde el observatorio social de la Universidad Católica Argentina (UCA) afirman
que hoy es de un 28% y en aumento. El comercio exterior y el congelado empleo
en negro tampoco tienen mediciones certeras, mientras los precios relativos
multiplicaron sus distorsiones ante incentivos puntuales que llevan a que un
café con leche con medialunas en un bar porteño cueste lo mismo que la tarifa
de luz.
Por su parte, el desendeudamiento internacional tocó su piso
con el 10,5% del PBI (US$ 64.000 millones) en 2013 y hoy está en 14,1% del
producto, y es uno de los activos que esgrime la actual administración como una
de las mejoras de su paso por el gobierno.
El Indec y la falta de transparencia de las estadísticas
oficiales para las que se sumaron infinitas promesas de mejora constituyeron un
arma del relato ante la falta de un diagnóstico certero.
A todo esto se suma un presupuesto nacional con variables
proyectadas propias de ciencia ficción, decretos de último minuto que amplían
los gastos de la Administración Nacional en $ 133.272 millones y hasta el
nombramiento intensivo de empleados públicos o embajadores aun con tiempo de
descuento para la salida.
"El gobierno saliente actúa como si la campaña
electoral no hubiese terminado y está lejos de hacerle la vida fácil al que
entra", describe Dante Sica, titular de Abeceb.com. "Hay un punto en
el cual todas las escuelas macroeconómicas coinciden: las expectativas sobre lo
que puede ocurrir son tan importantes como los hechos que efectivamente
ocurren."
Es así como se da otra paradoja de la Argentina: el gobierno
de Cristina Kirchner que se va le echa la culpa al que viene por la inflación
que nunca existió y que recién ahora comienzan a ver.
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